Hay miradas, breves momentos, pequeños gestos e inclusive silencios que lo dicen todo de forma tan humana como el respirar. Aunque algunas veces por temor o inseguridad creemos que no hacemos más que imaginar, idealizar o mal interpretar.
En cuanto al amor, ligeros y deseosos algunos se lanzan sin dudar a la piscina mientras que otros con mucha paciencia esperamos desde afuera que todo suceda y observamos como simple espectadores que nuestra propia historia se desarrolle como pueda.
Sin embargo, un día hasta el más cauteloso aprende a dejarse llevar, el herido sana, el receloso se atreve a confiar y el escurridizo decide dejar de escapar. El riesgo no desaparece, de él no nos podemos librar, pero la vida misma está atestada de contingencias, de desafíos y hay riesgos que algunas veces valen la pena afrontar.
También hay belleza en la vulnerabilidad, la dulzura y la fragilidad. No le temamos a conectar.